¡Nueva sección! Bueno, a decir verdad hace tiempo ya colgué algún fanfiction en el blog, pero no es una "actividad" muy común así que a muchos os puede pillar por sorpresa. :)
Estaba hoy casi terminando el fic cuando he pensado, ¿y por qué no lo subo? Quizás hay algún fan de la serie que me lee y le apetece leérselo, why not?
Además, si veo que esta sección tiene futuro quizás me anime a colgar otros fics que tengo guardados desde hace tiempo :P.
Fanfiction basado en la serie de televisión Nikita. Tiene como protagonistas principales a Alexandra Udinov y Owen Elliot/Sam, aunque el resto de reparto también cuenta con protagonismo. La trama tiene lugar 8 meses después del final de la 3ª temporada.
Esta historia nace a partir de una serie de ideas que me fueron surgiendo poco a poco durante el verano. Y que ahora por fin puedo poner por escrito.
¡Espero que los que seguís la serie disfrutéis del relato!
This is your reward - Capítulo 1
Habían pasado ocho meses. Ocho tediosos meses en los que Alex se
sentía más perdida que nunca. Con su dinero había logrado alquilar una apartada
casa de campo, un par de coches, armamento y ordenadores de última generación.
Michael, Sonya, Birkhoff, Ryan y ella continuaban juntos haciendo todo lo
posible por desmantelar el paripé de Amanda y así poder salvar a Nikita.
Durante este tiempo la habían visto en un par de ocasiones en algún
enfrentamiento. Amanda y el gobierno iban tras ella, y ellos simplemente se
dedicaban a intentar protegerla siempre que podían. Michael lo estaba pasando
francamente mal. Cada madrugada, se sentaba durante horas en el porche de la
casa, mirando a la nada y sin poder dormir. Era entonces cuando Alex salía con
una taza de leche y se la ofrecía mientras le hablaba de cosas sin importancia,
para intentar relajarlo.
-¿Te puedes creer que Birkhoff ha conseguido pasarse hoy el nuevo
juego que han sacado de Star Wars? – le comentaba esa misma noche. Al ver que
Michael simplemente daba un pequeño sorbo al vaso y no le contestaba, insistió-
Apenas le ha costado un día, ¡un día! Digo yo que al menos podía haber
descansado un poco y haber lavado los platos, hoy le tocaba a él… Además, he
intentado robarle uno de los mandos para probar y no me ha dejado. El muy…
Michael dejó el vaso en uno de los escalones y sonrió levemente.
-Siempre puedes probar ahora que está dormido.
-Creo que eso lo haría despertar en el acto, tiene un sensor personal
para cuidar de sus cosas –dijo ella sentándose finalmente a su lado y tocándole
un hombro con suavidad. – Michael, deberías entrar e intentar dormir.
Ella….estará bien.
-Está bien que alguno de nosotros todavía mantenga la esperanza, y me
alegro que seas tú. Pero lleva un par de semanas dar señales de vida y Birkhoff
tampoco consigue localizarla. Está totalmente fuera del radar, quién sabe si
Amanda ya la ha capturado.
Al verlo tan afligido Alex estuvo a punto de contarle la verdad:
Nikita se había reunido la semana anterior con ella. Alex había proporcionado a
su amiga y mentora una mochila con dinero suficiente para subsistir durante
unos meses. Ambas mantenían contacto por móvil, aunque fuera en contadas
ocasiones. Así Nikita sabía siempre cómo estaban sus compañeros, y Alex la
ayudaba como podía para que nadie descubriera donde se encontraba escondida.
Puede que estar manteniendo este secreto a sus propios amigos fuera
contraproducente, pero es lo que habían acordado.
En ese momento Alex recibió un sms. Miró la pantalla del móvil y
comprobó que provenía de un número que desconocía.
-¿No vas a leerlo? –preguntó Michael curioso. Era raro que Alex
recibiera mensajes, cuando todos sus amigos estaban dentro de la casa y más
siendo las 3 de la mañana.
-Sí, claro… -Alex apretó el botón de “abrir” y leyó hasta tres veces
el mensaje. ¡Vaya! Esto sí que no se lo esperaba. –Es…el conserje de la oficina.
Dice que me he olvidado hoy el paraguas cuando he acudido a la reunión. Me
pregunta si quiero quedar con él mañana para que me lo devuelva.
Guardó el móvil en el bolsillo de la sudadera y miró a Michael. ¡Lo
sabía! Ya la estaba observando de nuevo con esa sonrisilla condescendiente y
los ojos levemente entornados.
-Y, ¿vas a quedar? –preguntó. Ahora era él el que la cogía por los
hombros y la acercaba hacia su cuerpo amigablemente.
-Por mí se puede quedar el paraguas.
-Alex…
-No sigas, yo… no estoy preparada para “eso” –lo miró y se percató que
en cuestión de segundos sus ojos se estaban empañando de lágrimas. Parpadeó y
gesticuló hasta que las pudo esconder.
Michael se dio cuenta que la conversación de esa noche ya había
finalizado. Se levantó tendiéndole la mano a su amiga y esta se incorporó con
él.
-Sabes, puede que yo sí que le coja un rato el juego a Birkhoff, me
apetece destrozar algunos Sith. ¿Te apuntas?
-Ve tú, anda. Yo me voy a dormir –dijo bostezando –ha sido un día
duro.
Michael le dio un beso en la frente y ambos se metieron dentro de la
casa.
~ ~ ~
Ya en su habitación, Alex volvió a releer el mensaje.
Te necesito. Nos vemos dentro de una hora en el viejo molino. Trae 20
de los grandes. Sam
¿Sam? ¿En serio? Un montón de emociones la envolvieron y empezó a
temblar. Tuvo que sentarse en la cama y recogerse el pelo en una coleta para
poder pensar. Llevaba mucho tiempo sin saber nada de Owen o Sam, como se hacía
llamar ahora. Le tenía un gran aprecio y siempre tuvo la esperanza de poder
ayudarlo. Y ahora él la necesitaba. ¿Qué es lo que se supone que debía hacer?
El viejo molino estaba a unos 20 minutos de donde ellos vivían. ¿Cómo
había logrado averiguarlo? ¿Lo sabría alguien más? No se lo podía decir a
Michael ni a ninguno de los demás, puesto que no guardaban un recuerdo muy
cariñoso de él. Estaba sola en esto, y debía decidir en menos de 5 minutos si
acudía a la cita o no.
~ ~ ~
Media hora después se encontraba ya en el viejo molino. Iba cargada
con una mochila, y una pistola en el
cinturón. Tenía que ser precavida.
<<Si realmente fuera precavida, me habría quedado en
casa>> -pensó mientras miraba a su alrededor y esperaba.
El molino estaba en una gran explanada, por lo que tenía que ver a
cualquiera que se acercara. La luna estaba fuera así que no hacía falta usar
linternas. Reinaba el más absoluto silencio, hasta que de repente se empezó a
escuchar el ruido de un motor.
Una moto iba hacia donde ella se encontraba. Alex estaba segura de que
el conductor superaba los límites de velocidad con creces. El motorista frenó suavemente a tan solo unos
centímetros de ella y se levantó la visera del casco.
-Alexandra.
Fue un leve susurro, apenas se le escuchó. Pero a Alex no le hizo
falta nada más, su cuerpo volvió a reaccionar de la forma en que lo había hecho
en su habitación. Alterada, se alejó dos pasos, intentando aparentar que lo hacía
con la intención de dejarle espacio para que bajara de la moto.
Sam se quitó el casco, sacudiendo levemente la cabeza. Le había
crecido el pelo y lo llevaba alborotado por el viaje. El resto continuaba
siendo tal y como lo recordaba Alex: un tipo fuerte con mirada intimidatoria.
Bajó de la moto y dejó el casco apoyado en el asiento. Las facciones de su
rostro se relajaron un poco cuando sus ojos se posaron en ella, observándola de
arriba abajo.
Ambos estuvieron unos segundos, que a Alex le parecieron eternos, sin
decir nada. Al final, él volvió a romper el hielo.
-No sabía si ibas a venir.
Alex lo miró con recelo. Con una mano se quitó la mochila que llevaba
a los hombros y la tiró al suelo, cerca de la moto. La otra mano se fue
instintivamente hacia su cinturón.
-Me pediste ayuda, no podía decirte que no.
-¿Por qué? –la miraba ahora con curiosidad. Apenas le había hecho caso
a la mochila, puesto que no podía apartar la vista de la joven.
-No preguntes. Si estás bien, y no necesitas nada más, coge la mochila
y vete –tenía que tomar las riendas de la conversación como fuera. No quería
tardar mucho en volver a la casa, ni arriesgarse a que alguno de sus amigos la
echara en falta.
-¿Ya quieres que nos despidamos? Pensaba que te apetecería que te
diera una vuelta en mi nueva adquisición –dijo pícaramente señalando con la
cabeza la moto en la que había venido.
Eso sí que no se lo esperaba. El mensaje recibido una hora antes había
llegado incluso a asustarla. Creía que Sam estaba en problemas de verdad. Y
quería ayudarlo a toda costa, porque al fin y al cabo, eso es lo que se hace
con los amigos, ¿no? Su indignación disminuyó y decidió seguir con aquella
conversación de locos, ya que necesitaba averiguar si realmente le ocurría
algo. Sam era mucho más hermético que Owen, y a Alex le costaba entenderlo,
aunque lo intentaba.
Un coche pasó por la carretera y ambos callaron hasta que las luces
del vehículo se perdieron en la noche.
-¿Necesitas 20 de los grandes para pagar ese cacharro?
-Eso no es de lo que estamos hablando, preciosidad.
Alex recordó que la última vez que se vieron, él también la llamó así.
Sam también pareció recordar, ya que le comentó:
-Aquel día me ofreciste hasta dos millones –sonrió y se acercó un poco
más ella –de todas formas te informo, mi cacharrito ya está pagado. El dinero
ahora lo necesito para intentar establecerme en otro lugar, creo que es lo
mejor para mí.
-¿Huyes? –Alex no pudo evitar formular esa pregunta.
-Yo no estoy huyendo de nada. Y la razón principal es porque no tengo
nada aquí por lo que quedarme y mucho menos por lo que huir –sus palabras
sonaron algo duras, pero pareció darse cuenta e intentó utilizar un tono más
distendido- Muchas gracias por venir. Me costó localizarte y por suerte todavía
recordaba tu número. No estaba seguro de que fueras a acudir, pero tenía que
intentarlo. Además de por el dinero, necesitaba verte, a ti.
La conversación había tomado un rumbo mucho más intenso. Alex tragó
saliva mientras pensaba bien sus siguientes palabras.
-¿Qué quieres decir?
Sam la miraba fijamente, y por un momento pudo ver un rastro de duda
en su rostro. Lo notó contrariado, como si no fuera él el que realmente hubiera
dicho esas palabras, sino… Owen.
-Sam, no tienes que irte, vuelve con nosotros y ayúdanos a acabar con
Amanda, juntos podemos…
Alex no tuvo tiempo de terminar, ya que antes de que eso ocurriera Sam
se lanzó contra ella y cayeron los dos al suelo de forma estrepitosa. Se oyeron
tres disparos seguidos, provenientes de un lateral del molino. Se arrastraron
corriendo hacia el otro lateral para evitar que alguna bala les impactara. Alex
tropezó y Sam la agarró fuertemente del brazo mientras la colocaba detrás de
él. Ambos llevaban ya sus pistolas en la mano.
Al tratarse de un edificio circular, los enemigos podían provenir de
ambas partes. Por el momento volvía a reinar el silencio, y Alex solo podía oír
las respiraciones agitadas de ambos.
-Alex, ¿Cómo has llegado hasta aquí?
-Caminando –susurró ella.
-Entonces tenemos que lograr subir en moto, intentar que no nos alcance
ningún disparo y salir de aquí. Voy a contar hasta tres: una, dos…
-Es una locura, hay que pelear, ¡Sam!
-¡Tres!
Sin hacerle caso, Sam salió corriendo con Alex de la mano mientras ambos
se giraban a lanzar tiros medio a ciegas. Alex notó como una bala pasaba
rozándole el hombro y maldijo en voz alta. Antes de que llegaran a la moto,
aparecieron 6 hombres. Dos de ellos cayeron inmediatamente gracias a dos
disparos certeros de Sam, pero no pudieron evitar que los otros 4 se acercaran
y los desarmaran con gran facilidad.
Alex logró amainar sus nervios y empezó a soltar patadas a sus dos
atacantes. La ganaban en fuerza y altura, pero no podía dejarse vencer. Sam
intentaba lo mismo contra sus dos oponentes, y de hecho había dejado a uno
fuerza de combate. Agarró al otro por el brazo, retorciéndoselo hasta dejarlo
inmóvil y luego le atizó un rodillazo en la cara. El hombre cayó al suelo
inconsciente. Sam se disponía a ayudar a Alex, ya que estaban consiguiendo
inmovilizarla, cuando detrás de él, escuchó:
-Vaya, vaya… Creía que esto iba a resultar mucho más complicado.
Se giró al reconocer la voz, y recibió un disparo en el brazo
izquierdo. Gritó de dolor, pero continuó firme ante ella. Amanda.
Alex había dejado de forcejear y el tipo que la sostenía la acercó de
malas maneras hacia la escena.
<<Ya está. Este es el fin>> -pensó aterrorizada.
-Princesita, ¿no te han dicho tus amigos que no vayas sola por la
noche? Esperaba que tomaras decisiones más inteligentes, Alexandra.
Esta no contestó. No tenía nada que decirle. Estaba preparada para
aquello que Amanda le fuera a hacer, simplemente no quería demostrar miedo ante
ella. Siempre que Amanda había estado de por medio, alguien había resultado
herido o había muerto. Simplemente ahora debía mantenerse fuerte. Amanda hizo
un gesto con la mano, y Alex empezó a notar que le faltaba el aire. Aquel tipo
la estaba estrangulando. Instintivamente empezó a dar patadas y a intentar
quitarse aquel brazo gigante del cuello mientras por su boca apenas salía un
balbuceo.
Sam se acercó corriendo, completamente empapado de sangre y le asestó
un navajazo en el costado. El hombre se tambaleó hacia atrás y él aprovechó
para darle otro en el estómago. Alex cayó al suelo con lágrimas en los ojos, el
aire volvió a ella y sintió que estaba a punto de desmayarse. Entonces oyó otro
tiro y tuvo que obligarse a abrir los ojos para ver que estaba sucediendo.
Sam cayó a su lado, entre gritos agónicos. Y ella se acercó gateando
hasta que pudo sostener su cabeza en el regazo. Había recibido otro tiro, esta
vez en la pierna derecha.
-Alex…
-Shhh –dijo mientras lo mecía –Todo va a ir bien, no te voy a dejar.
-Coge la moto, vete…
Amanda se había acercado hasta ellos. Estaba a tan solo dos pasos de
Alex.
-Muy tiernos.
Entonces estiró su brazo y depositó una inyección en el cuello de
Alex. Esta notó que la vista se le volvía a nublar y pronto cayó inconsciente
encima de Sam. Y así, al verlos abrazados de esta forma, Amanda supo que había
vuelto a ganar otra pequeña batalla, y que al mismo tiempo, esta era detonante
para emprender nuevas acciones contra Nikita.
Otros cuatro hombres se acercaron y cargaron con sus nuevos rehenes
hasta dos furgonetas.
Continuará....